Grafito y tierra: Una corona.
Donde abrevan los carneros.
Entre el pueblo más lejano,
mientras llueven las higueras.
Con las manchas en las manos,
grana y tiempo en la cabeza,
en molinos con siete aspas
pasos cortos y rienda suelta.
Llanura seca de frío viernes,
esperando un sólo carro.
¡Vive Dios que no hay gigantes!
Ni una mosca en la ventana.
(El Jinete Enojado)